38 A l e j a n d r o M a g n o Alejandro: Tal vez os hice daño sin saberlo, hasta el punto de que no queréis ver mi cara. ¿Es así? Nadie me responde... ¡Nadie me dice que no! ¿Con quién estoy hablando? ¿Qué os pedí? ¡Es por vuestra gloria! Es por vuestra grandeza todo lo que yo hago. ¿Dónde están los hombres que ayer corrían para salvar a su rey herido? Os abandonaré… os abandonaré y me entregaré a los enemigos con los que ayer estuve combatiendo, de las fuerzas de Persia. Hoy serán mis soldados. La muerte es mejor que ser un líder dependiente de los caprichos de los demás. ¡Volved a vuestro país! ¡Abandonad a vuestro rey! ¡¡Desperdiciad la victoria!! Puedo lograr la victoria, a la que habéis renunciado... ¡O puedo morir con dignidad! (Lo que Alejandro dijo no provocó ninguna reacción en los hombres, porque confiaban en sus líderes para decirle a Alejandro que estaban agotados por sus heridas y cansados de las guerras. Asimismo, los líderes estaban con la cabeza agachada y sus ojos estaban puestos en la tierra por miedo a Alejandro. De pronto los hombres comenzaron a gritar…Gritos que irían seguidos de gemidos. Luego, los hombres
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