45 L a p i e d r a n e g r a Abu Taher al-Qarmati: ¡Le mataré! Muhammad Sunbar: ¡¿Cómo le matarás?! ¡Está protegido por su guardia en el patio, en el exterior de tu casa! Abu Taher al-Qarmati: ¡Le traemos aquí! Muhammad Sunbar: ¿Cómo? Abu Taher al-Qarmati (para sí mismo) ¿Cómo?... ¡¿Cómo?!... La reflexión continúa hasta que Abu Taher al-Qarmati dice dirigiéndose a su madre: Madre, voy a idear un señuelo con el que atraer a este criminal para que se quede solo y desprotegido aquí y le mataremos. No tengas miedo madre, confía en mí. Luego se vuelve hacia Muhammad Sanbar: Tú te irás hacia él Muhammad y le dirás “Oh, nuestro Dios Furya, la madre de Abu Taher, ha muerto, y esperamos que vengas a rajarle el vientre y lo llenes de brasas, como he aprobado a la gente”. Yo dejaré a mi madre tendida en el suelo, aparentando estar muerta. Sale Muhammad Sanbar e interviene la hermana de Abu Taher al-Qarmati: Hermana de Abu Taher: ¡Lo escuché todo! Abu Taher al-Qarmati: ¡Oh, prostituta! ¡Sal de aquí!
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